sábado, 9 de mayo de 2009

Aquella noche



Desnudaron su cuerpo las madrinas
y hablaronle al oído sobre el caso...;
su mirada volviose a las cortinas
y enrojeció se faz como el ocaso.

Sentándose en el lecho,
rodó por sus espaldas, desgreñada,
de sus negros cabellos la cascada;
en tanto que su pecho
hinchabase cual onda alborecente
y sus manos temblaban castamente.

Las ocultas consignas postrimeras
-libertando sus piernas de las ligas-
muy serias le dijeron sus amigas...

Mientras pasaba eso,
la blanca morbidez de sus caderas,
de la lampara tenue ante el reflejo,
temblaba incitadora en un espejo,
propicia para el tacto y para el beso.

© Claudio de Alas (Poeta y escritor colombiano).

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