En un lugar del alma, entre muros de olvido
y en arenas estériles, se entierran los amores
que nos nacieron muertos; y en tierra bendecida,
donde sueño tras sueño la vida siembra flores,
los que ya comenzaban a fabricar su nido,
cuando los alevosos minutos cazadores
les hirieron el ala... y los que sólo han sido
samaritano ungüento para nuestros dolores.
Yo sé que a esos sepulcros se les debe el tributo
que exigen del espíritu sus urnas de misterio...
Pero por esos muertos nunca visto de luto,
y al entrar en mí misma, ese lugar esquivo...,
¡que en una de las urnas de ese mi cementerio
hay un amor que tuve que lo enterraron vivo!
© Claudia Lars (Poetisa salvadoreña).
martes, 2 de junio de 2009
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